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Mostrando entradas de febrero, 2007

La tirania que vivimos.

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Cuando oímos hablar de tiranía, nos trasladamos a tiempos remotos, y lo relacionamos a un gobernante absoluto, que obtiene el poder en contra del pueblo y abusa de ese poder. Pero la tiranía es como un guante, que se va ajustando a cada época de la historia. En la época que nos ha tocado vivir, la del siglo XXI, la tiranía es la democracia. La tiranía busca transformar al hombre, que sea otro, hacerlo a su manera, y para ello no ahorra esfuerzos, hace lo que sea. Lo que no hará nunca es que ese hombre, tenga una dimensión espiritual, eso no lo admite la tiranía. Y no podemos olvidar que el hombre no solo tiene cuerpo, tiene además algo muy importante que ennoblece ese cuerpo. Por ello vemos como se eleva el precio de la carne, solo se presenta al hombre, como un ser que solo es capaz de efectuar actos materiales, comer, sexo etc. matando así todo lo que se relacione con el espíritu, a la vez que nos desvinculan de todo lo que nos une a nuestra tradición cultural, ya que desarmando al h

Tener amigos

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Hoy día tener amigos y ser amigo de verdad no es fácil, pero vale la pena el esfuerzo que requiere lograrlo. Decía Shakspeare, que en mis amigos están mis gozos y mis riquezas. Es un gozo tener amigos de verdad, estar con ellos, charlar con ellos, y disfrutar y alegrarse con ellos, poder contar con ellos. Aristóteles decía que la amistad es uno de los más indispensables requisitos de la vida humana, sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes, Cuantos amigos podíamos encontrar “si no pensáramos tanto en nuestras cosas”, hoy que tan solo está el hombre, no podemos olvidar, que la alegría compartida es doble alegría, y el dolor compartido es medio dolor.

Ser padre de familia.

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Un articulo leído estos días me anima, por su similitud con los míos a escribir sobre mi familia. Pienso que una familia con seis hijos como la mía tampoco es tan numerosa, pero no deja de producirme cierta extrañeza, que cuando lo menciono, no falta el gesto entre sorprendido y risueño. Me enorgullece hablar del número de hijos, por que mi “carrera” de padre es tan o más importante que las hechas en distintos momentos de mi vida, enorgulleciéndome más de mi familia que de unos diplomas, que algún día acabarán en el fondo de un baúl . Alguna vez he oído que no tener familia es la mayor pobreza, tener una es la mayor riqueza, y no digamos si crecen al calor del amor de Dios, eso es una gozada. En la época de la educación, no fueron a Disneilandia, ni yo cambiaba de coche cada tres años, pero todo aquello me tenia sin cuidado, nadie es más feliz por conocer al ratón Mickey. Mis padres que no tuvieron coche nunca fueron muy felices, tanto que hoy los dos están en el cielo, conozco a o

Presencia de Dios.

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Recuerdo una anécdota leída hace mucho tiempo, que ilustra una situación, que hoy día es apenas imaginable: Se trataba de la leyenda de aquel caballero medieval que habiendo cometido un asesinato quiere obtener la absolución de su culpa amenazando con la espada a su Obispo, y que, al oír la negativa de este, no lo mata, sino que se marcha exclamando desdeñosamente: “no te amo bastante para mandarte al cielo tan expeditamente”. El hombre medieval no era ciertamente ni mejor ni peor que el hombre de nuestro tiempo, pero vivía la presencia de Dios. Sus virtudes y sus vicios, sus leyes y su mentalidad, su arte y su política; en una palabra, su cultura entera, estaban impregnados de la presencia de Dios.

No olvidarlos

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No seria justo generalizar, pero una mayoría de las generaciones jóvenes están preocupadas e inmersas en un alocado discurrir, y quizás llevadas por una falsa modernidad y progreso, no reparan en la soledad y abandono que se encuentran muchas personas mayores que viven en soledad. Es de justicia que a ellos que tanto han dado a la sociedad, se les arrope de alguna forma. La sabiduría de una sociedad, la altura ética, se demuestra dando como mínimo algo de lo que se ha recibido, y de los mayores, quien no ha recibido los frutos de una vida de entrega, de generosidad desbordante, el ejemplo de un trabajo bien hecho, el amor a la familia etc. No podemos dejarnos llevar por una sociedad deshumanizada, que solo quiere lo que produce bienestar y placer, estos mayores no piden nada, solo sentirse acompañados y queridos.