Testigo de martirios y amor a Dios.
Muchos hemos contemplado en el centro de la Plaza de San Pedro del Vaticano, en Roma, el obelisco que posee en su pináculo una reliquia de la Santa Cruz. Según la tradición en este mismo lugar fué crucificado San Pedro.
Este obelisco egipcio pesa 350 toneladas, mide 25,5 metros de altura.
El Emperador Caligula al construir su circo en Roma, mandó traer este obelisco de la ciudad de Heliópolis, población del antiguo Egipto, que durante la V Dinastia y el Imperio Nuevo fué importante centro político, religioso, artistico.
Cuando fué trasladado a Romma corria el año 39 de nuestra era.
El circo de Caligula se convirtió después en el famoso circo de Nerón, siendo testigo el obelisco del martirio de miles de cristianos que fueron devorados por las fieras, y que servian de diversión a las huestes romanas de la época.
En la edad media el obelisco siguió en el mismo lugar, hasta que en el año 1586, el Papa Sixto V, organiza el traslado a la Plaza de San Pedro, la tarea no es fácil, dadas las dimensiones y peso del obelisco, son cinco meses lo que se tarda en situarlo en el lugar actual.
Este obelisco que a lo largo de los siglos ha sido testigo vivo de tantos acontecimientos, de todo tipo, y dolor, hoy serenamente sirve de guardian, vigilando tantos actos de amor, que se celebran en esa Plaza romana.
Desde hoy cuando lo vea rezaré y me acordaré de aquellos que a su sombra murieron por Cristo. y tambien por los que acuden a este lugar a desagraviarle.
Este obelisco egipcio pesa 350 toneladas, mide 25,5 metros de altura.
El Emperador Caligula al construir su circo en Roma, mandó traer este obelisco de la ciudad de Heliópolis, población del antiguo Egipto, que durante la V Dinastia y el Imperio Nuevo fué importante centro político, religioso, artistico.
Cuando fué trasladado a Romma corria el año 39 de nuestra era.
El circo de Caligula se convirtió después en el famoso circo de Nerón, siendo testigo el obelisco del martirio de miles de cristianos que fueron devorados por las fieras, y que servian de diversión a las huestes romanas de la época.
En la edad media el obelisco siguió en el mismo lugar, hasta que en el año 1586, el Papa Sixto V, organiza el traslado a la Plaza de San Pedro, la tarea no es fácil, dadas las dimensiones y peso del obelisco, son cinco meses lo que se tarda en situarlo en el lugar actual.
Este obelisco que a lo largo de los siglos ha sido testigo vivo de tantos acontecimientos, de todo tipo, y dolor, hoy serenamente sirve de guardian, vigilando tantos actos de amor, que se celebran en esa Plaza romana.
Desde hoy cuando lo vea rezaré y me acordaré de aquellos que a su sombra murieron por Cristo. y tambien por los que acuden a este lugar a desagraviarle.
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Un abrazo