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Mostrando entradas de enero, 2015

No tener miedo.

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El mayor enemigo del hombre, es el temor. Temor ¿a qué?, diréis. Al mal, especialmente al que el mismo hombre se imagina y se crea día tras día en su mente y corazón. Este es el enemigo que cada uno debemos empezar por vencer, y cuando tan funesto enemigo lo hayamos vencido, estará vencidos casi todos los demás. Es necesario que en este momento crítico en que el mundo vive tengamos más amor y menos temor; o en otras palabras: más amor a Dios y al prójimo y menos miedo a las circunstancias. Si así lo hiciéramos, el mundo cambiaría de la noche _a la mañana, porque tan pronto como nosotros cambiásemos de forma de pensar y de ser habría cambiado todo. Tan pronto como cambie nuestro estado mental habrá cambiado el panorama del mundo, y el porvenir lo podremos mirar confiados y sonrientes, por cuanto detrás de las tinieblas de la amargura y el dolor nos esperan el placer y el gozo pero para conseguir tal fin es indispensable una condición: practicar el amor, si no lo hacemos no

Una gran escuela.

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  El niño es como una esponja que absorbe todo lo que se pone junto a su piel. Si a su lado encuentra cariño, será un niño cariñoso. S a su lado encuentra tristeza, será un niño triste. Mucho, muchísimo depende de lo que le ofrecen quienes son responsables de su educación. .   Los primeros encuentros de un niño se realizan en el seno de la familia, y más en concreto, en el contacto frecuente con la madre. La madre es la máxima comunicadora con el hijo, incluso en el periodo embrionario, donde el contacto entre ella y el feto es de una riqueza enorme. El desarrollo de la propia vida ética depende tambien de otros factores, y se va configurando a lo largo de los años de la infancia, niñez, adolescencia, juventud, e incluso en la misma edad adulta. Pero lo que se ha sembrado dentro del hogar resulta ser de un valor extraordinario, muchas veces decisivo para el resto de la vida.   Por eso una familia que quiera un hijo feliz, un hombre maduro, debe prestar atención a esas pr

Falsa cultura.

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  Cuenta La Porte, asesor de los organismos anti-sida,norteamericanos, que en una gira africana vió la gran difusión del sida motivada por la aceptación de conductas que contribuyen a propagarla, apoyadas en actitudes culturales que entrañan peligro de muerte. Con el tiempo las costumbres si no se corta en el momento adecuado se acaba diciendo que es un tema cultural, bien las relaciones sexuales entre adolescentes, asi como los desmanes sexuales que hoy observamos, ¿no llegará el dia que se diga que son culturales?. El adherirse a normas culturales de este tipo es devastador, no se puede sostener el argumento de "es que nuestra cultura es asi", esa cultura no es la buena, no hace bien, debe cambiarse.   El cambio cultural debe venir de dentro, no se puede imponer a la fuerza. Los programas contra el sida deben incluir medidas educativas, claras y convincentes. Siempre se puede influir en la conducta, se ha logrado reducir el tabaquismo, o que se utilice más el cinturón d

Comprender y amar

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  En un programa de televisión en Estados Unidos,(EWTN)relataron un episodio de la vida de Juan PabloII, poco conocido: Un sacerdote de Nueva York, al entrar en una iglesia en Roma, observa a un mendigo pidiendo, y le reconoce como un compañero del seminario, que se ordenó sacerdote el mismo dia que él. Tras saludarle, escuchó que el mendigo le decia que habia perdido la fe y la vocación. Al dia siguiente después de asistir a la misa privada del Papa, tuvo ocasión de pedirle al Santo Padre que rezara por el mendigo, contandole brevemente lo que sucedia. Un dia después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, y que llevara al mendigo. Después de la cena el Pontifice, quiso quedarse solo con el mendigo, pidiendole que escuchara su confesión, el hombre impresionado respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: "una vez sacerdote, sacerdote para siempre", "pero estoy fuera de mis facultades de presbitero", insistió el mendigo. &q

Formar la conciencia.

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  Hay personas que para justificar sus actuaciones, incluso al margen o en contra de la ley moral, recurren al juicio de su conciencia. "Yo obro según mi conciencia", "no puedo actuar contra lo que me dice mi conciencia", "de mi fe respondo yo", son frases que encierran una verdad a medias. Ciertamente, es preciso tener por guia la propia conciencia, pués quien obra contra ella está fuera del camino. Pero no hay que olvidar que la conciencia no es la fuente del bien y del mal; su misión no es crear la ley, sino formar un recto juicio sobre la aplicación de la norma a la acción concreta.   Se debe de formar la conciencia con arreglo las normas morales que Dios nos ha dado, sin olvidar que la ley de Dios no solo está fundada en su Voluntad, sino tambien en su Sabiduria, y que por otra parte, la conciencia es reflejo de la Sabiduria divina en la criatura: conciencia y ley deben colaborar antes que oponerse.