Preparar la llegada del Hijo de Dios.

                       
Se cuenta que el gran estadista italiano, Alcide de Gasperi -fundador de la Democracia Cristiana y gran líder político después de la Segunda guerra mundial- solía preparar el nacimiento con particular devoción, junto con su mujer. De entre las ovejitas escogían a dos, a las cuales les ponían los nombres de las dos hijas: María Romana y Lucía. Cada día de la novena de Navidad, las niñas debían ofrecer un sacrificio especial al Niño. Si se portaban bien, la ovejita avanzaba un poco hacia el portal de Belén; de lo contrario, venían alejadas cada vez más de la gruta. Era la gran lección de mortificación y de acercamiento al Señor que les enseñaban sus padres.
                                      
También nosotros tenemos que preparar el pesebre de nuestra alma para cuando Jesús nazca. No es sólo una bonita tradición o una práctica piadosa para entretener a los niños.
Si un acto importante se prepara con mucha anticipación –una gran fiesta, la celebración de un aniversario, una graduación, un matrimonio, etc.-, ¿con cuánta mayor razón no debemos preparar el nacimiento de todo un Dios, que se hace hombre -más aún, que se hace un niño pequeño- por amor a nosotros y que se encarna para salvarnos y darnos la vida eterna?
                            

Comentarios

CHARO ha dicho que…
Una bonita historia de Fe y devoción al nacimiento.Saludos y FELIZ NAVIDAD

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